martes, 20 de marzo de 2012

Barcelona tiene poder.

Ya viajes en autobús, en tren o en avión, cuando pones un pie en la ciudad condal huele a Mediterráneo, huele a Gaudí, huele a sol... huele a Barcelona.

 

Cierro los ojos e imagino estar sentada en un banco de las Ramblas  mientras la brisa y el sol te da en la cara, y comentas la gente pintoresca que pasea por allí con tus amigos. Seguir bajando la calle, y llegar a esa plaza que guarda en el centro de una enorme rotonda uno de los monumentos que se ha convertido en uno de los iconos de la ciudad, y vigila todo el puerto, el monumento a Cristobal Colón. Con sus 60 metros de altura algunos dicen que señala a Génova, su ciudad natal, la que se encuentra en linea recta a la dirección que señala su dedo índice. Otros dicen que señala a Ámerica, que ciertamente esta hacia el otro lado y hay quien piensa que señala la ruta, con origen en Huelva, por la que él fue al nuevo continente.

 

Miles de lugares que se pueden visitar. El modernismo abunda por sus calles y Antoni Gaudí es el protagonista de la ciudad. Al pensar en Barcelona lo primero que se le viene a la cabeza a cualquiera es la Sagrada Familia. Un iglesia monumental que comenzó un arquitecto llamado Francisco de Paula del Villar en 1882 y de la que se encargó Gaudí a partir de 1883. Antoni no abandonó su obra hasta su muerte y hoy en día sigue en construcción. Es la identidad de la ciudad y uno de los monumentos más visitados de España.
Este fabuloso arquitecto dejó muchos más rastros suyos por la ciudad, como es el caso de La Pedrera o la Casa Battló en el Paseo de Gracia o el fabuloso Parque Güell.

 

Personalmente, para mi uno de los rincones más acogedores de la ciudad es Montjuic. El lugar perfecto para ver Barcelona al completo, disfrutar del entorno y acabar el día  allí disfrutando del espectáculo de sus fuentes acompañado de música y colores.

 

Callejerar por el Born descubriendo tiendas, escuchando músicos y descubrir poco a poco cada uno de los rincones de esta apasionante ciudad. Pasear por sus grandes avenidas como Vía Laietana o el Paseo de Gracia y sentarte en una terraza de Plaza Catalunya, el ombligo indiscutible de la ciudad.

Un ciudad muy especial para mí y está comprobado que quien la prueba necesita volver.
Barcelona tiene poder.

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